No son muchos los equipos de nuestro fútbol que tienen mascotas icónicas, pero es cierto que algunas han marcado nuestra experiencia futbolística desde que éramos niños. Ese fue el caso de la Vaca Tula, una simpática vaca racinguista que acompañó la infancia de los cántabros en la época dorada del Racing, pero que trae mucha más historia detrás.

La Vaca Tula nació con el éxito deportivo del club, en el año en el que terminaron sextos en La Liga con jugadores de la talla de Pinillos, Garay, Duscher o Munitis en sus filas, y justo antes de clasificarse para Europa. Incluso fue presentada como una estrella junto a Smolarek. Quizá por eso los niños cántabros la recordamos con cariño, y es que Tula se paseaba por los colegios de la tierruca repartiendo racinguismo y alegría.

Canales, Oriol y la Vaca Tula, con 350 escolares de Marina de Cudeyo |  Racing - Web Oficial

Aunque no era todo tan bonito en esta vaca -que, por cierto, no era Tudanca- sino que tenía un origen bastante pintoresco. La simpática mascota nació, según se cuenta, de la imaginación de José Campos y el cómico Felisuco, que tampoco terminaron demasiado bien con la entidad. Fue acompañando al equipo en sus éxitos y en su aventura europea, pero su figura y la alegría de un racinguismo que no pasaba por un buen momento se marcharon con la salida de su padrino y presidente Francisco Pernía.

Cuando parecía que las nuevas generaciones de cántabros crecerían sin mascota, el Racing decidió dar a luz a una nueva mascota que representase el renovado espíritu del club. El racinguismo se ha reinventado y se ha convertido en una afición fiel y luchadora, representada por un oso vestido de guerrero cántabro. Así nació el Oso Cacho, estandarte del nuevo Racing, simpático e ilusionado siempre con el equipo en cualquier categoría.